La pandemia desde el sanitarismo: Entrevista con Mario Róvere: «Entre enfermar y no enfermar está la política pública»

Síntesis Mundial conversó con Mario Rovere, médico sanitarista y docente, Ex-Viceministro de Salud de la Nación bajo la segunda Presidencia de Cristina Fernández de Kirchner, para analizar el escenario regional, la situación sanitaria y el día después de la pandemia.

Por Santiago Toffoli

Síntesis Mundial: Si la dimensión sanitaria va a cobrar importancia al momento de evaluar o ponderar el desarrollo de los países, donde el caso paradigmático hoy es el de los EEUU que sigue siendo en muchos aspectos la primer potencia mundial pero millones de persona dentro de su territorio quedan por fuera del acceso a la salud. ¿Esta situación puede cambiar un poco ese panorama?

Mario Róvere: El primer concepto a tener en cuenta sería que entre enfermar y morir están los servicios de salud, pero entre enfermar y no enfermar está la política pública. Y lo que resulta evidente es que esos países de los que estábamos particularmente orgullosos, como del sistema de salud británico, hoy están con una tasa de mortalidad y una edad de letalidad muy alta. Ahí hay una diferencia, porque una mortalidad equivale a muertos sobre población, mientras que la letalidad es muertos sobre casos.

Mario Rovere, médico sanitarista

Gran Bretaña tiene una curva que prácticamente está tocando a la de Italia.

Estamos hablando del mejor sistema de salud universal en el hemisferio occidental. No hay país capitalista que haya tenido un sistema de salud socialista como el que ha tenido Gran Bretaña. Así que claramente nos encontramos frente a países que están por debajo de EEUU en el ranking, que cuentan con sistemas únicos de salud extenso, financiado. Es evidente que ahí la diferencia no la ha hecho el sistema de salud, sino que  fundamentalmente la está haciendo la política pública adoptada.

Ahí yo creo que se enuncian cosas muy concretas ¿Qué es lo que pasa cuando un país no tiene políticas públicas o decide privilegiar su economía por sobre la población? Esto, en realidad, es una concepción muy concreta que viene de mucho tiempo atrás. Simplemente, desde que yo tengo militancia sanitaria, nunca estuvo tan clara como ahora la contradicción que se da entre una concepción y otra de la vida y de la política. Acá no estamos hablando de comunismo versus capitalismo, sino de un capitalismo u otro. La diferencia no está en si hay capitalismos buenos o malos, sino qué tipo de Estado tiene uno y cómo juega la política pública en ese marco.

SM: Digamos entonces que la principal diferencia está en el tipo de Estado y en el tipo de políticas adoptadas, y no tanto en el sistema de salud que tiene cada uno de los estados.

MR: Eso es lo que hoy está jugando predominantemente. Nosotros usamos como ejercicio didáctico entrar a una página web, por ejemplo de tráfico aéreo. Estas páginas te permiten identificar todos los vuelos que están en este momento en cualquier lugar del planeta, y lo que te va a llamar la atención es que casi no hay vuelos sobre Latinoamérica, mientras que sobre Estados Unidos  hay más de 3000 vuelos en el aire ahora mismo, en Europa otro tanto, y todos sabemos que el coronavirus vino en avión. El coronavirus y el avión tienen una relación simbiótica muy importante. Estos países han decidido que el tráfico aéreo era intocable.

Por otro lado, estaríamos en presencia de una especie de darwinismo social si de repente han llegado a la convicción de que se saca de encima a los más viejos, a los más débiles, a los más enfermos, a las minorías étnicas. Con lo cual, la gran duda que también existe hoy con Estados Unidos es si esto representa una mala política de salud o es una política de población intencional para un presidente que se ha preciado de mandar miles de deportados y, en algunos casos, a países a los que se les ha mandado enfermos.

Creo que la otra parte de tu pregunta se refería a qué se va a aprender después. Yo tengo algunas dudas. Creo que con la matriz del neoliberalismo, con ese darwinismo social, van a tratar de hacer una cultura del elogio, incluso si esto conlleva un costo bastante aceptable de muertes que han tenido. Por lo tanto, creo que están en tela de juicio dos concepciones civilizatorias contrapuestas -seguramente hay muchas más que dos-  pero creo que el coronavirus ha aplastado los grises y hoy hay casi una raya que te interpela acerca de qué lado estás vos. No está permitiendo muchos matices. Esto por un lado. Por el otro, pareciera que los sistemas de salud, el sector público, vuelven a mostrar mejor capacidad organizativa, mejor capacidad de respuesta porque tiene algo que el sector privado no tiene: epidemiología. De manera que el sector privado simplemente está atrapado en su propia lógica de oferta y demanda. Lamentablemente para el sector privado, como esta pandemia llegó a América del Sur desde los sectores de más altos ingresos hacia los de más bajos ingresos, el organismo de choque inicial fue el sector privado y en algunos casos ocultando información como parte de los servicios de elite, no denunciando los casos.

SM: Exactamente, eso se vio en la primer etapa de la pandemia.

Te llevo a otra cuestión. Siguiendo en el panorama global, se puso mucho en tela de juicio el accionar de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Actualmente, el organismo se convirtió en un escenario de disputa geopolítica sobre todo en la narrativa estadounidense. Pienso en las medidas de retirada de ciertos espacios multilaterales/globales y cómo esos espacios como los va llenando China. ¿Cómo analizas el accionar de la OMS desde que empezó la pandemia, tanto en esta dispuesta interestatal como en algunas cuestiones como el avance del sector privado al interior de la OMS? Al día de hoy,  el segundo contribuyente a la OMS es Bill Gates, lo que habla de una privatización del organismo.



Tedros Adhanom Ghebreyesus, director general de la OMS / REUTERS

MR: Sí, totalmente. Creo que, mirado desde las Relaciones Internacionales, esta cuestión tiene una historia larga. Cuando se produce la caída del Muro de Berlín, apareció con mucha fuerza dentro de la corriente neorrealista la influencia de James Rosenau, cuando saca su libro Governance without Government. En esta lógica, lo que trata de instalar es la siguiente idea: el capital logra desbordar el control de los países para colocarse por encima de la política, no vaya a ser cosa que ésta última se organice y logre controlar la ONU. La globalización económica requiere golpear y debilitar a la ONU, que se convertiría en un órgano denostado para evitar que pueda controlar al capital. Tal es así que, en sentido inverso, las pocas vertientes que intentaron controlar la salida de madre de la concentración de capital a nivel internacional tenían una línea de trabajo llamada Policy the Global Economic (Control Político Sobre la Economía Global)Lo primero que deberíamos decir es que el capitalismo globalizado fue contra la ONU en su totalidad. En el caso específico de las agencias especializadas, la que pagó el precio más alto de todas fue la UNESCO porque ésta era considerada, incluso, un espacio de resistencia cultural a los países centrales. Gran Bretaña y los Estados Unidos, en dos oportunidades, le quitaron la totalidad de sus fondos.

«No estamos hablando de comunismo versus capitalismo, sino de un capitalismo u otro. La diferencia no está en si hay capitalismos buenos o malos, sino qué tipo de Estado tiene uno y cómo juega la política pública en ese marco. «

En el caso de la OMS, esta empezó a ser debilitada progresivamente. Estados Unidos financiaba, más o menos, el 20% del organismo y casi el 50% del Organización Panamericana de la Salud (OPS). A su vez, no usaba ninguna de las dos organizaciones, sino que las usaba para controlar a los demás. No se somete a la opinión de ninguna de las dos agencias. Los republicanos, en su ala derecha, siempre fueron, pienso que desde Wilson a esta parte, contrarios a las Naciones Unidas. Mucho más a las Liga de las Naciones. Los republicanos sistemáticamente boicotearon. Con la OMS en retroceso, primero hubo una directora sueca (Gro Harlem Brundtland) que les entregó una buena parte de las decisiones, primero al Banco Mundial, y luego empezaron a aparecer las fundaciones, de las cuales la más importante es la Fundación Bill y Melinda Gates, la cual está en el tope ya que le saca un 0 en contribuciones, es decir, es 10 veces más grande que el segundo aportante. Bill y Melinda hablan en la asamblea de la OMS como si fueran magnates, o, mejor dicho, como si fueran presidentes o ministro.

La OMS está muy influida por la filantropía internacional. Sus decisiones, de cierta manera, o las de su presidente, Tedhros Adhanom Ghebreyesus, han venido a darle un marco de Tercer Mundo, digamos, ya que es el primer Secretario General africano de la historia de la OMS.

Lo que tampoco cabe duda es que África está en la esfera de China. Mientras la enfermedad se mantenía dentro de este último país, la OMS era muy respetable. Cuando la enfermedad salió de China, la OMS dejó de serlo y cuando llegó a Estados Unidos, directamente había que destruir la OMS. El cinismo, y este es un dato poco conocido, es que Trump anuncia el retiro del financiamiento de la OMS cuando en realidad ya había dejado de financiarla. Hacía más de dos años que no pagaba la cuota, con lo cual su retirada vino a cubrir el hecho de la desfinanciación por parte de su gobierno al sistema de Naciones Unidas. Ese es un componente.

Otro componente es el hecho de que el Secretario de Estado, Mike Pompeo,  haya anunciado que ya hay pruebas concluyentes de que el virus salió de un laboratorio de China y no de un mercado y que, a su tiempo, cuando a ellos les plazca, China iba a pagar. Sería interesante saber que significa eso. ¿Qué va a pagar? o ¿cómo lo va a pagar? Supongo que no va a ser en yuanes, sino de alguna forma que cohesione al pueblo norteamericano y, de esa manera, indulte a quien los está llevando al límite de las 70.000 muertes y, sin contar, el millón setecientos mil infectados. De alguna manera, van a tener que zanjar políticamente las fotos de las fosas comunes en Nueva York. La imagen norteamericana en el mundo se ha derrumbado de tal manera que algo espectacular van a tener que hacer. No me pregunten qué porque no tengo la bola de cristal.

Más de 10.000 personas han muerto en Estados Unidos debido al coronavirus / REUTERS

SM: La respuesta da miedo y, en cierto punto, muestra diferencias con lo que paso con el 11 de Septiembre, cuando Estados Unidos no da a conocer esas imágenes. Ahora se han visto las imágenes y recorrieron el mundo, se ven las fosas comunes, los cadáveres en los camiones.

MR: Totalmente. La verdad es que su imagen mundial, pública, está dañada y creo que pasó antes con el huracán Katrina, donde también hubo una gran sorpresa mundial por la incapacidad de una potencia para solucionar problemas en su propio territorio. No obstante, creo que esto supera lo de Katrina y, sobre todo, les da la posibilidad de encontrar un responsable afuera. En términos de relaciones internacionales, creo que se viene un cambio importante. Esto ya no lo va a resolver ni el G20 ni los organismos que, en los últimos años, intentaron debilitar a las Naciones Unidas. El G20, prácticamente, se conforma en contra de la ONU.

SM: En ese sentido Mario,  quisiera preguntarte yendo más allá del rol en la gestión de la pandemia, y hacer foco en el rol en comunicación en salud en términos generales. Nosotros hoy vemos, ante el retroceso en la OMS, que en este marco cobra mucha más importancia las declaraciones de Trump, por ejemplo, hablando de inyectarse desinfectante o, incluso, en el primer momento de la pandemia cuando Boris Johnson trata de indicar que ellos van a apostar por la inmunidad del rebaño. En ese sentido también se ve el déficit global en términos comunicacionales en salud. Eso que dice el gobierno argentino, “escuchar a los que saben”. 

MR: Es más evidente que nunca esta estrecha relación entre saber y poder. Como los saberes no dependen de su validación científica, sino que dependen de si logran incorporarse al discurso del poder. En ese sentido resulta bastante doloroso verificar de qué manera el conocimiento queda a un costado y como queda de manifiesto el hecho de que los medios no reflejan realidad, sino que la construyen por acción o por omisión, por lo que muestran o dejan de mostrar. Creo que las escenas de China eran particulares porque, en definitiva, se mostraba lo que los chinos querían que se mostrara. Para eso el tremendo control político y social, evidentemente, en este aspecto le jugó a favor. Tienen una curva muy benigna, comparada con otros países, en número de muertos, en número de fallecidos, tomaron medidas muy rápido y eficientes para su propio país.

A mi parecer el verdadero problema, donde «se le escapa la tortuga», es en la cobertura de lo ocurrido en Italia. Siempre ha habido en el orden mediático internacional cierto desprecio por este país. Yo creo que en ese sentido los medios internacionales, por ser Italia un país rico sobre todo la región norte, pusieron un cierto micrófono abierto respecto a lo que estaba sucediendo en esa zona, especialmente en la Lombardía y más especialmente en Bérgamo. Donde esa movilidad generó en esta primera etapa una especie de transparencia obscena que incluso las redes sociales lo reproducían. Se veían médicas argentinas que vivían en Bérgamo contándote las situaciones y los dramas de los médicos que tenían que elegir entre un paciente y el otro.

Pienso que la pandemia ingresa a Occidente principalmente por Italia y no por China. Mientras que se desarrollaba en este último país, todo el mundo pensaba que estaba demasiado lejos. Las personas empiezan a pensar en esta situación cuando está en Italia. Considero que el racismo y desprecio con Italia es tan fuerte que ni siguiera España se preparó. Hubo otros países capaces que sí tomaron nota. Pero en España, que está pegado, nunca pensaron que les iba a pasar. En determinado momento ambos países estuvieron prácticamente con los mismos números de afectados. Algo bastante parecido, aunque de algún modo distinto, le pasa a Francia. Y nadie entiende bien el resultado de Alemania, nadie sabe bien si son tan buenos o tan fuertes los servicios de salud alemanes.

El cartel luminoso que advierte a los habitantes de Casalpusterlengo / REUTERS

SM: Sobre todo porque tuvieron una tasa de letalidad tan baja.

MR: Claro, la tasa de letalidad es muy baja y también puede ser que hayan hecho estudios de más, al saturar de estudios, como parece que están haciendo los chilenos también. Chile y Alemania puede ser que estén sobre-informando casos lo cual les da una tasa de letalidad muy baja.

El fenómeno que nadie estudió o esperó es el de Estados Unidos, es un fenómeno único. Ellos tenían un salpicado de casos, ya presentes muy precozmente. Seattle fue de los primeros lugares en que apareció algún caso. Empezó a salpicar y el gobierno norteamericano, incluso creo que hasta hoy, no tomó noticias de que había una pandemia en su territorio. Todas las medidas, si bien algunas fueron efectivas y hay diferencia a lo ancho del país, fueron pedidas por los gobernadores y sus Estados, ninguna por el gobierno federal. Ellos manejan entre otras cosas las fronteras y el tráfico aéreo. Agregaría además que ahí se derrumbó la imagen del Centro para el Control y Prevención de Enfermedades de Atlanta (CDC). Cuando vos mencionabas el rol de la OMS, te diría que en términos epidemiológicos toda América Latina depende del CDC de Atlanta, de ahí salen los reactivos, se mandan las muestras cuando aparecen gérmenes nuevos, nosotros les compramos los anticuerpos para los gérmenes nuestros.

Incluso el propio centro de control de enfermedades brasileño tenía más espalda para hacer soberanía sanitaria, pero ha prevalecido el prestigio del CDC de Atlanta y ahora se descubre que perdieron un mes entero porque no cumplieron los propios estándares para la fabricación de reactivos. Por lo cual, Estados Unidos tuvo un mes muerto que podría haber aprovechado.

Por otro lado, el sistema norteamericano no ha dejado de cobrar las atenciones, los reactivos, un estudio de coronavirus puede costar U$S 70 en promedio. Cuando uno dice “muchos testeos”, también se refiere a un negocio. Es distinto el testeo en un país como el nuestro dónde es gratuito que el de un país como Estados Unidos donde es un área de negocios, una fuente de recaudación.

SM: Adelantándome a una pregunta relacionada al panorama regional, se podría decir que los sistemas de vigilancia epidemiológica latinoamericanos no dependen pura y exclusivamente de la voluntad política de los gobiernos y de los recursos del Estado. Se reproduce la lógica centro-periferia también en esta situación. 

MR: Totalmente. Yo te diría que no hace mucho tiempo que salió a circular, aprovechando una construcción política que hizo la exministra de Salud de Bolivia, en un momento que teníamos muchos países de América Latina desalineados del Consenso de Washington, ella acuñó el concepto de “soberanía sanitaria”. Es evidente que vale la pena poner este concepto sobre la mesa, en este contexto. Fijate vos la tremenda dependencia, en términos setentistas, que tienen nuestros países en términos de salud. Hoy podríamos decir, y de hecho lo decimos, que un éxito del gobierno argentino en estos momentos es haber logrado un abastecimiento muy razonable, y demás. Pero estás mandando aviones a China, o sea que no puede dejar de considerarse qué estrategias nos tenemos que dar para abastecernos de cosas que definitivamente no son tremendos saltos tecnológicos. No estamos hablando de cosas increíbles, estamos hablando de insumos básicos, dentro de los cuales, hoy estamos discutiendo sobre determinado tipo de tela, determinado tipo de equipamiento, determinada capacidad de fabricación en masa. Pero verdaderamente, cuando hagamos un balance nos vamos a tener que preguntar por qué no teníamos estos instrumentos y elementos antes.

Test de coronavirus / AFP

SM: Quizás ese sería un buen concepto para empezar a pensar en la primera pregunta que te hacía en cuanto a dónde radica el desarrollo de las naciones. Uno de los principales pilares es la soberanía sanitaria.

MR: Sí, totalmente. Aquí hay una concepción de soberanía, y en general de autonomía, de construcción de país que supone que, por lo menos, está muy claro ahora que hay dos proyectos sobre la mesa. A mí me parece que de una transparencia, insisto en el tema, en términos políticos, cuando este país parecía que se dirimía entre radicales y peronistas, la verdad es que las contradicciones no eran tan claras.

SM: Antes de pasar a la parte que tiene más que ver con nuestros países de Latinoamérica, quería preguntarte sobre el relativo éxito que han tenido los países de Asia Oriental en la gestión de la pandemia. No tanto en China porque, vos lo decías muy bien, hay una diferencia de origen en términos de control social y sistema político que hacen que no se puedan parangonar a China con los países de América Latina. Pero pienso en Taiwán, en Corea del Sur, por ejemplo, que son países a priori democráticos y que han logrado una gestión de la pandemia que difiere mucho de lo que ha pasado, por ejemplo en Europa Occidental. ¿A qué lo atribuís? ¿A una cuestión cultural, a una cuestión de obediencia social más firme?

MR: Lo que voy a decir a lo mejor está fuera de lo que serían las explicaciones habituales. Hace dos años estuve en Tailandia, en Bangkok específicamente. Y ahí, lo primero que uno diría es que la disciplina social no es sólo exclusividad de China. Es decir que hay un disciplinamiento social considerable. Estos países claramente no son socialistas y tampoco necesariamente son democráticos. Son regímenes mixtos, en algunos casos monarquías con gobiernos militares o monarquías con gobiernos democráticos. En fin, hay una serie de regímenes, pero lo que llama la atención, sobre todo, es el gran disciplinamiento social que tienen los países asiáticos en general. Probablemente, explicable por su historia, pero no me voy a meter en eso ahora.

«Cuando uno dice “muchos testeos”, también se refiere a un negocio. Es distinto el testeo en un país como el nuestro dónde es gratuito que el de un país como Estados Unidos donde es un área de negocios, una fuente de recaudación.»

Lo segundo que a mí me llamó la atención es que parte del control social, parte de la organización política en los países asiáticos, es que son muy adherentes a la filosofía tradicional de la salud pública. En la reunión a la que asistí en Tailandia participaba un príncipe de la monarquía tailandesa que fue a estudiar a Johns Hopkins, que volvió y aplicó lo mejor del estado del arte de la salud pública, que no se aplica en EE.UU. Se aplica al punto que en Tailandia, de acuerdo al país del que provengas, hay una oficina de salud pública que pregunta si tenés la vacuna de la fiebre amarilla. Es decir que tenés que hacer una declaración de salud. Si no, no entras al país.

China, el país donde comenzó el brote / TELAM

Me parece que esos países tomaron muy en serio la llegada de la pandemia. Incluso te diría que mucho antes que la pandemia tomara volumen en China, vimos una película -habrás visto que a veces las películas se utilizan como estrategia de preparación social- en Netflix una película coreana sobre epidemias que es absolutamente premonitoria. Entonces, ellos han estado trabajando en la preparación social de sus pueblos para una posible pandemia, porque no te olvides que ya pasaron por el SARS, por la gripe aviar, la gripe porcina H1N1 y todo lo demás, y saben que ahí había la posibilidad de esta expansión. Así que evidentemente, disciplina social, política de salud pública y políticas tomadas bastante a tiempo, fue lo que les permitió la capacidad de respuesta realmente eficaz. Si yo lo miro ahora con ojos argentinos, lo que te diría es que no es que uno tiene la fórmula mágica para que una cuarentena de resultados. No hay cuarentenas mejores que otras, sino que lo que definitivamente hace a la fórmula mágica es a partir de qué momento de la pandemia vos usás esa fórmula. Entonces, lo que hacen los asiáticos es matar el incendio antes de que tome proporciones. Lo que nosotros hicimos en Argentina es lo mismo: cuando vos querés correr al incendio de atrás no hay cuarentena que valga, no hay respiradores que valgan, ¿Qué medidas sanitarias podes tomar en Nueva York en la situación actual? Nada. Sólo tenés que esperar a que pase el pico, y a otra cosa.

SM: Hablando de correr detrás de los incendios, quería preguntarte cómo estás viendo la evolución en Brasil. Fundamentalmente qué capacidad de respuesta hoy tiene el Sistema Único de Salud, el SUS.

MR: Mi reflexión en torno a Brasil es casi igual a la que te decía del Reino Unido: por lo que está indicando la experiencia, no hay sistema único de salud que resista un Bolsonaro. Supongamos por un minuto que el sistema único de salud está haciendo todo bien, el problema es que Bolsonaro está haciendo todo mal. Entonces lo real es que una parte del país, gracias a Bolsonaro, cree que es una cuestión ideológica y política, y que hacer cuarentena es de izquierda o que esto se va a resolver solo, porque los brasileros son tan fuertes que resisten buceando en una alcantarilla. Estas lógicas indican hasta qué punto está el sistema de salud entre enfermar y morir, y la política pública entre enfermar y re-enfermar, porque una cuarentena no la hace un Ministerio de Salud. Una cuarentena la define un Ejecutivo con respaldo del Legislativo y del Judicial: es una cuestión de Estado. Entonces, el sistema de salud, como los bomberos, está para dar respuesta a incendios controlables. Cuando se desmadra, pasa lo que está pasando hoy en Manaos, en San Pablo, en Río de Janeiro. Simplemente, hoy directamente están realizando una especie de selección de pacientes a salvar, y esto te destruye los equipos de salud.

Detalle de la bandera de Brasil con cruces negras pintadas por las víctimas de la COVID-19 / EFE

Hoy, Argentina, si el brote aparece de golpe, estaría en capacidad de absorber nueve veces más la cantidad de casos que tiene ahora. Y si en vez de venir de a golpe, viene de a poco, muchísimo más. Por eso, yo particularmente me permito especular que no tengamos, quizás, un pico, sino un estiramiento, un alargamiento de los tiempos.

SM: Las últimas dos, hace un tiempo, existían algunos mecanismos de coordinación de políticas de salud, o al menos se intentó, fundamentalmente en el seno de UNASUR, con el que fue el Instituto Sudamericano de Gobierno en Salud. Hoy, UNASUR está paralizada y casi muerta, por decirlo de alguna manera. ¿Hubiera mejorado la gestión de la pandemia a nivel continental desde una perspectiva regional? ¿Hubiese servido de algo un Instituto Sudamericano de Salud, una coordinación de política?

MR: Ahí hay dos especulaciones: una política y otra técnica. Primero, la base de la UNASUR fue el predominio en América del Sur de países desalineados del Consenso de Washington que, hasta el socialismo chileno cumplió un rol -no hay que olvidarse del rol importante de Bachelet en la constitución de la UNASUR y en la pacificación de Bolivia-. En el caso que estuvieran gobernando un Lula en Brasil, o un Chávez o un Evo Morales, no tengo dudas que las políticas que hubieran tomado estos países serían muy parecidas a las que tomó la Argentina hoy, y que podrían haber dado resultado porque, verdaderamente, parece si se toman precozmente, podría haber cambiado la curva. En el caso del ISAGS, yo creo que tenía una posibilidad, dentro del UNASUR Salud, dentro de los cinco ejes, uno de ellos llamados «Escudo Epidemiológico». Por lo tanto, existía toda la matriz ideológica suficiente para que se hubiera usado el ISAGS en un trabajo de inteligencia cruzado entre los países de América del Sur, hasta incluso para regular los flujos, los tráficos, la información, el intercambio de materiales, la compra conjunta de insumos, hacer que los viajes provenientes de China también abastecieran a otros países. En fin, también se podría haber producido un flujo cruzado de insumos y de materiales. La propia investigación científica incluso. Cosa que es muy razonable que ocurra así: estamos hablando del polo científico tecnológico más importante de Sudamérica. Tengo la impresión de que no podría pensarse una cosa sin la otra, pero te diría que UNASUR teniendo el ISAGS como instrumento, hoy la situación de América Latina sería otra y, sobre todo, sería otra en Brasil. También sería distinto si pensamos en la posibilidad de estos países grandes de cooperar con los otros. Sinceramente hoy, te diría que no confío nada en los números de Bolivia. Allí, la pandemia está circulando por Santa Cruz de la Sierra y, creo yo, no están contabilizando lo que pasa.

SM: Los casos en Bolivia son extremadamente bajos, si uno ve cómo son las dinámicas.

MR: Sí, y los casos aparecieron por la zona desarrollada.

SM: En esto que se empezó a poner de nuevo en boga, el término de la cooperación sanitaria, fundamentalmente por lo que está haciendo el gobierno en Cuba, obviamente con una tradición que viene ya desde la época posrevolucionaria, la década del ’60, la cual estaba circunscrita a los países de África. Hoy Cuba sigue siendo el país que sigue cooperando en términos sanitarios, sin distinciones ideológicas, hasta incluso han llegado hasta el norte de Italia, donde es muy fuerte la ultraderecha de Salvini, y lo han recibido muy calurosamente. ¿Qué importancia tiene la cooperación sanitaria, tanto en estos momentos de crisis, como la del Ébola en África en 2014 o en esta situación actual, como también en contextos de normalidad?

«No hay cuarentenas mejores que otras, sino que lo que definitivamente hace a la fórmula mágica es a partir de qué momento de la pandemia vos usás esa fórmula»

MR: Creo que la cooperación o la llamada «diplomacia médica cubana» es un reconocimiento internacional, que en parte ya lo ha tenido -hay que recordar que Hillary Clinton se sintió obligada a reconocer que, en los momentos más duros del ébola, sólo estuvo presente Cuba-, ha sido solidario con infinidad de países. Hoy, Bolivia enfrenta la epidemia sin los médicos cubanos, Brasil también. Te puedo decir que estuve en Manaos y allí el retiro de Mais Medicos prácticamente desmanteló el sistema de salud brasileño en la región del Amazonas. Prácticamente los únicos médicos que entraron al Amazonas fueron los médicos cubanos. La misión cubana fue recibida en Italia y, además de esto (algo que se conoce menos) en estos momentos la misión cubana está participando activamente en la estrategia sudafricana, que también es bastante exitosa, apoyada en un enfoque centrado en la atención primaria. Diría incluso cosas para aprender de lo que están haciendo los sudafricanos, porque nosotros hemos desmovilizado la atención primaria y creo que tiene un rol muy importante que cumplir en la etapa nueva de la epidemia. Tanto para enfrentarla como para hacerse cargo de todos los problemas de salud de las personas que han dejado de ir a los hospitales, lo cual es un problema bien serio. Esto no quiero dejarlo pasar porque en Gran Bretaña hay una sobremortalidad interanual, es decir, tienen un número de muertos muy importante por arriba de lo que pasó en el 2019, pero sólo la mitad de esa sobremortalidad es atribuible al coronavirus. Esto quiere decir que, el coronavirus también está matando porque la gente está abandonando tratamientos o dejando de consultar a tiempo para sus problemas de salud.

También son bajas indirectas del coronavirus el hecho de que mucha gente ha perdido confianza o acceso a los servicios de salud. Así que lo que te puedo decir es que no quiero minimizar la ayuda humanitaria que brindan ciertos países, la tarea de Médicos Sin Fronteras: hay muchas organizaciones bastantes fuertes, pero, definitivamente la cooperación médica cubana es muy importante ya que es como que ellos dicen «digan dónde está lo más difícil y ahí voy yo».

Quizás quede flotando aquella frase que dijo Fidel en la escalinatas de la Facultad de Abogacía de la Universidad Nacional de Buenos Aires: «Estados Unidos dice que pueden poner un misil inteligente en el lugar más lejano y oscuro del planeta y que Cuba podría poner un médico en el lugar más oscuro del planeta». Esa diferencia indica qué idea del mundo tiene un país y cuál tiene el otro.

Médicos cubanos llegan a Italia para colaborar en la pandemia del coronavirus / EFE

SM: Vos ponderabas este papel que está cumpliendo la atención primaria en Sudáfrica. ¿Se ve esto también en los países de AL?

MR: Lo que está haciendo Sudáfrica, fundamentalmente, es ver que el 80% de los casos de coronavirus no necesitan de una atención especial, pueden tener una atención bastante simplificada, hasta incluso con alguna internación menor. Por lo tanto, lo que ellos han hecho es armar pequeños hospitales de campaña, que los instalan en las barriadas. Por ejemplo, fijate lo que está pasando en la Villa 31. Entonces, te arman ahí un hospital de campaña, con poco desplazamiento de gente, poco desplazamiento de personal, sin alejar a la gente de sus respectivas familias y de su barrio, y solamente los que están necesitando una atención compleja, pegan el salto a los hospitales. Así, de esta manera, protegen también que los hospitales estén atendiendo pacientes que, por las dudas, se agraven.

SM: Sobre todo, los sectores más vulnerables de la sociedad siguen yendo a los lugares donde se sienten más cómodos, donde están en su vida cotidiana

MR: Sí, totalmente.También es cierto que esta enfermedad como vino de la estructura social de arriba para abajo, hoy tenemos más estadísticas que explican la vulnerabilidad de los ancianos que la vulnerabilidad de los sectores desprotegidos. Todavía no hay suficiente evidencia de cómo afecta a los países pobres. Y yo diría también a algunos países, porque uno piensa en Corea, pero hay que pensar con los números ínfimos con los que se está moviendo hoy la India, un país en el cual los datos me dejaron impactados: la India tiene 25 millones de nacimientos por año y hoy, prácticamente, tiene el mismo número de casos que Argentina. Creo que ahí, evidentemente, cuando las sociedades entienden y los gobiernos orientan adecuadamente, se puede hacer la diferencia.

Mario Rovere es médico sanitarista. Fue Viceministro de Salud de la Nación Argentina durante la gestión de Daniel Gollán como Ministro de Salud, bajo la segunda Presidencia de Cristina Fernández de Kirchner. Fue Decano organizador de las carreras de Ciencias de la Salud de la Universidad Nacional de La Matanza (UNLaM). Médico con formación de posgrado en Epidemiología, Administración Hospitalaria, Salud Pública y Salud Internacional. Fue durante más de 30 años docente y coordinador de posgrados en Salud Pública y Políticas Sociales en la Universidad de Buenos Aires (UBA), en la Universidad Nacional de Rosario (UNR), en la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO) y docente invitado en Universidades nacionales y latinoamericanas. Fue consultor regional de la Organización Panamericana de la Salud (OPS) y actualmente es el Director de la Escuela Provincial de Salud de la Provincia de Buenos Aires.

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